El 1° de Mayo se conmemora una jornada de lucha muy especial, que permitió que millones de empleadas y empleados de todo el mundo trabajen en jornadas con un límite de ocho horas diarias.
Nuestra Constitución Nacional consagra el “derecho a trabajar y ejercer toda industria lícita” y en su artículo 14 bis detalla que cada trabajador tiene derecho a: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; seguro social obligatorio; jubilaciones y pensiones móviles y organización sindical libre y democrática.
El origen de la conmemoración del Día del Trabajador comenzó a raíz de un hecho que ocurrió en la ciudad de Chicago, en los Estados Unidos, a fines de abril de 1886. Por aquel entonces, los obreros trabajaban más de 14 horas por día y un grupo de anarquistas se organizó para convocar a una gran manifestación el 1 de mayo de 1886, que reunió a unas 50 mil personas. Frente a este reclamo, el gobierno estadounidense decretó estado de sitio y la Policía reprimió con tanta violencia que hubo dos trabajadores muertos. A los tres días el pueblo volvió a salir a la calle en la llamada Revuelta de Haymarket. Durante esta nueva manifestación alguien lanzó una bomba que mató a varios policías y esto desató una represión que asesinó a 80 personas, entre hombres, mujeres y niños, y dejó 200 heridos. Luego, cuatro dirigentes sindicales fueron condenados a pena de muerte. Por estos hechos, la Conferencia Internacional de Trabajadores de 1889 declaró al 1 de Mayo como el Día de los Trabajadores en recuerdo de los llamados "mártires de Chicago", una conmemoración que se tomó en la Argentina a partir del año siguiente.
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