Hoy era el día de la evacuación. Todos los habitantes debían abandonar
el planeta Monk. Desde hacía años sus ríos cada vez estaban más
secos y apenas había agua para los más pequeños. Ya no se podía salir de casa
sin usar las mascarillas, porque el aire era tóxico. Era el tercer planeta que los humanos debían dejar atrás y buscarse un
sitio nuevo para vivir. Y es que, las enfermedades cada vez eran mayores.
Las naves estaban preparadas para despegar. Sin embargo, la
familia Smith esta vez no iba a emprender ningún viaje. No querían irse a otro
planeta para también
estropearlo. Ellos querían devolver a
Monk todo su antiguo esplendor. Llevaban años trabajando y cuidándolo, pero
eran los únicos. Ellos sí habían aprendido a reciclar y a no dejar el agua
correr si no era necesario. Querían darse una oportunidad de arreglar las
cosas. Lo fácil era desistir y abandonarlo todo. Pero ellos querían luchar y no
estar cambiando de planeta cada pocos años. Sabían que si
la humanidad seguía destrozando la naturaleza pronto no quedaría ningún rincón en la galaxia en el que
poder vivir.
Ahora ya estaban solos. Había mucho trabajo por hacer.
Y aunque las condiciones eran muy duras, pronto empezaron a encontrar pequeños
regalos que les hacía el planeta Monk. Un día descubrieron un sabroso tomate
que les daba la tierra. Y al poco tiempo, todas las semanas podían recoger una cesta de
frutas y verduras. Sin embargo la
gran sorpresa fue ver aparecer una vaca y una gallina. En tan sólo unos meses
los prados volvieron a ser verdes y los árboles y las flores volvieron también
a cubrir el suelo.
La familia Smith nunca había sido tan feliz. Descubrieron que si
uno cuida la
naturaleza esta sabe dar las gracias con infinidad de regalos. El resto de la
humanidad había llegado al planeta Tink quien, al poco tiempo, ya empezaba a
dar señales de estar enfermo. Antes de ordenar una nueva evacuación, los que
mandaban miraron a Monk y encontraron en él un nuevo paraíso. Así fue como
comprendieron que debían seguir el ejemplo de la familia Smith. Ahora Monk y
Tink eran dos planetas bellos ideales para vivir.
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